La melindrosa.

Señor don Juan, quedito, que me enfado.
¿Besar la cara? Es mucho atrevimiento.
¿Abrazos? ¡Ay Jesús!, no lo consiento.
¿Cosquillas? No las hay por ese lado.


¿Remangarme? ¡Ay, Juanito!, ¿y el pecado?
¡Qué malos sois los hombres!... Pasos siento.
¿No es nadie? Pues, bien, vaya en un momento;
mas ¡cuidado!, no venga algún criado.


¡Jesús!, que loca soy! ¡Quién lo diría
que con un hombre yo!... ¿Cómo cristiana?,
que ya de puro gusto... ¡Ay, alma mía!


¡Traidor, déjame, vete...!, ¿aún tienes gana?
Pues cuando tú lo logres otro día...
Pero, Juanito, ¿volverás mañana?

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